Después de varias horas en un bus que iba hasta los tope y donde las rodillas chocaban contra el asiento delantero llegamos a Kalaw donde nos reunimos de nuevo con Miguel.
Organizamos la caminata de tres días con destino Lago Inle y nos fuimos pronto a descansar pues al día siguiente nos esperaban varias horas de ruta.
Se unieron nuevos compañeros de ruta, un hombre de Turquía (guía de turistas españoles en su país), Renée un hombre divertidísimo e interesante que su trabajo le permitía pasar la gran mayoría del tiempo viajando y aquí viene el personaje más estrambótico y raro que os podáis imaginar, Eric un americano de Seattle de cincuenta y tantos años que estaba como una auténtica regadera. Sólo para que os hagáis una idea el tipo llevaba siempre consigo un vídeo cámara y filmaba cosas tales como a un perro durante más de diez minutos, filmaba a un cerdo. Se filmaba a él mismo explicando sus aventuras. Por mucho que expliquemos más anécdotas no os podéis ni hacer una pequeña idea de lo colgao que estaba este hombre, todo el mundo huía de él, era bastante asqueroso también (pedos incluso en las comidas, mocos y demás).
Al grano, empezamos a caminar todo el grupo. Al poco rato Rambo (así se llamaba el guía) nos sugirió que descansáramos, aunque no estábamos en absoluto cansados pero bueno tumbarnos en una pradera con bonitas vistas no eran tan mala idea.
Caminamos un rato más y paramos a comer, nos inchamos a chapatis con salsa de calabaza, una delicia. Por la tarde fuimos a visitar un poblado donde hacía una especie de escobas para luego ser vendidas en el mercado local de Kalaw.
Vimos grandes extensiones de campos de plantaciones de té verde. Caminamos un trecho por la vía del tren hasta llegar a casa de un chamán que curaba a la la gente de los diferentes poblados.
Probamos las diferentes medicinas naturalistas incluida una extraña bola contra la malaria y unas sustancias algo extrañas.
Seguimos el camino y acabamos la jornada caminando bajo una gigantesca luna que iluminaba todo el camino.
Dormimos en un poblado que no había electricidad. Así que aunque parezca increíble en muchos poblados birmanos aún se hace uso de las velas. Cenamos bajo la luz de las velas una cena estupenda y dormimos encima de unos tablones con tropecientas mantas encima pues la casa de madera estaba repleta de agujeros que pasaban corrientes heladas de aire.
Nos levantamos reconstruyendo nuestras espaldas ya que el duro suelo de madera pasó factura. La primera imagen del día fue ver a Eric el autista mirando el lavabo con una mirada perdida que recordaba a la de un maniáco que a una persona digamos normal. Así que entre risas y más risas con el resto del grupo emprendimos ruta rumbo a un monasterio dónde íbamos a pasar la noche.
Llegamos al monasterio y subimos a una colina a ver la puesta de sol mientras fumábamos una especie de cigarros/puros que fuman los locales y se nos hizo la hora de ir a cenar.
A la mañana siguiente nos levantamos con el rezo de los monjes a las 5h, no siempre uno se despierta así, desayunamos unas bananas y pancake con miel, aunque a Rambo lo tuvimos hasta que despertar.
Último día de ruta a pie, caminamos más rápido con ganas de poder ver ya el lago entre las montañas. Con Rambo casi fuera de combate nuestro guía pasó a ser el cocinero que aunque no sabía mucho inglés caminaba rápido y se sabía los caminos a la perfección.
Por el camino vimos la inauguración de una nueva escuela de un poblado y reanudamos la marcha. Avistamos el Lago Inle desde lo alto de la colina y descendimos rápidamente hasta el embarcadero. Comimos la última comida que estaba incluida en el trekking y nos montamos en el bote destino Nyaungshwe, dónde estaban los alojamientos más económicos.
Evitamos tener que pagar la tasa de 5$ que pone el gobierno para todos los turistas que entran en el lago, nos costó bastante pues Rambo nos apretó pero la tropa unida jamás será vencida y le convencimos que se montara en el barco y que si la teníamos que pagar ya la pagaríamos en el hostel como hicimos en Bagan, pero no fue así y nos lo ahorramos.
Durante el trayecto en barco no paraban de sobre volar la embarcación un montón de gaviotas enormes y claro lo que suele pasar que una se cagó encima de la cabeza de Miguel (que suerte tiene el tío!).
Vimos un montón de casas suspendidas en el aire encima de grandes pilotes sobre el agua y muchos pescadores en sus barcas.
Al llegar nos pusimos a buscar alojamiento y Eric nos empezó a seguir como si de una película de terror se tratara, vaya risas, el tipo con una maleta de ruedas totalmente destartalada, que se le acabó rompiendo, intentándonos seguir y aunque lo consiguió, le quedó bastante claro que su compañía no era muy grata, pero fue divertido conocerlo.
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