sábado, 29 de enero de 2011

Yangon

Embarcamos sobre las 18:00 h dirección Yangon, antigua capital antes que el régimen militar se instaurara en el gobierno. Vuelo sin problemas. Lo primero que llamó nuestra atención fueron las pocas luces que se observaban desde el avión. Aterrizamos y conocimos a Lautaro un chico de Chile y a Tomás de Francia. Compartimos  el taxi con ellos y nos metimos los cuatro, incluidas todas las mochas a presión. Vaya que no podíamos ver más que nuestras bolsas delante de nuestra cara.
Nos bajamos del taxi y lo primero que vimos fue un grupo de niños jugando con el balón en la calle y un estallido giganteso de sonrisas y saludos  por parte de todo el mundo.
Buscamos alojamiento y acabamos durmiendo Lautaro y nosotros dos en la misma cama, una noche muy romántica con varias risas incluídas!
Una vez hospedados fuimos Lautaro, Tomás y nosotros dos a tomar una cerveza, brindamos por el nuevo país, cenamos y nos fuimos a descansar.




Al día siguiente nos levantamos pronto y fuimos a ver que nos deparaba esta nueva ciudad. Era como si el reloj hubiera dado marcha atrás durante unos ochenta años. Lo primero que nos llamó la atención fue que todos los hombres llevan una especie de falda, llamada "longyi" y mascaban nueces de areca como tabaco de mascar que les dejaba los dientes de color rojo y después lo escupían. Las mujeres y niños tenían la cara cubierta con pintura blanca sacada de los arboles, llamada "thanaka".  Otro aspecto que también nos llamó mucho la atención fue la gran cantidad de teléfonos fijos que hay en medio de la calle a base de empalmes chapuzeros.




Fuimos a cambiar Kyats, que es así como se llama la moneda del país, al mercado negro ya que el cambio del gobierno es de un dólar por ocho kyats mientras que lo usual es un cambio entre 800 y 900 MMK, esto ya os puede ir dando una idea la economía artificial que lleva a cabo el gobierno militar. De repente llegó un hombre con una bolsa repleta de diferentes divisas y nos hizo un cambio aceptable. Al tener los billetes algo arrugados nos hicieron un cambio algo peor, tampoco cambiamos todo de golpe.


Visitamos la ciudad con Lautaro y nuestro primer lugar fue la Pagoda Shwedagon Paya. Una gigantesca estupa dorada que se eleva 98 metros y está hecha a base de oro y piedras preciosas.  Esther echo agua al buda que correspondía al día de la semana que había nacido que dicen que da mucha suerte.


Caminar por esta ciudad resulta una aventura pues esta lleno de agujeros en medio de las aceras que si caes ahí dentro vete tu a saber que te pasa. Imaginaros lo que fue la vuelta al hostel por la noche y sin linterna, aquí las calles son muy oscuras.
Fuimos a un parque dónde había el lago Landawgyi a descansar bajo la sombra ya que el sol apretaba con fuerza. Recorrimos todo el parque por una larga pasarela de madera y nos despedimos de nuestro amigo Lautaro que ya partía para el norte.


Nosotros volvimos a la Shwedagon Paya para ver el color brillante que ésta cogía al reflejar el sol de media tarde. La verdad es que cambia mucho visitar la pagoda con una luz u otra.


Vimos como iluminaban la pagoda partimos hacia la zona del hotel en búsqueda de un lugar donde comer mucho ya que no habíamos comido nada en todo el día. Encontramos un restaurante indio en el que tu pedías y podías repetir tantas veces como quisieras, estaba riquísimo. Totalmente destrozados nos fuimos a dormir.

Al día siguiente desayunamos con la calma, hablamos con la diferente gente del hotel que ya había recorrido todo el país y todo el mundo estaba encantado. Decimos ir a cambiar un poco más de dinero y de camino nos encontramos a un hombre italiano que nos dijo que había cambiado en la calle a un tipo de cambio muy bueno. No lo dudamos fuimos a la zona y la verdad que el tipo de cambio estaba genial pero nuestros billetes un tanto arrugados así que cuando los veían bajaban drásticamente la oferta inicial. Unos locales nos ofrecieron un buen tipo de cambio, contamos el dinero unas cuatro veces, de nuevo vieron los billetes y bajaron la oferta, bueno no estaba tan mal. Nos guardamos todo el fardo de billetes que os aseguramos que parecíamos el tio gilito y fuimos a ver otra pagoda dónde aún se conservan 6 pelos de buda llamada Botatung Paya


Volvimos al hotel para coger el bus dirección Mandalay. Antes de eso claro contamos de nuevo el dinero y zas! si amigos aquí viene la primera mala experiencia del viaje, nos timaron, juego de manos juego de villanos, faltaba un fardo de cincuenta billetes. Se nos quedó una cara de tontos que no os lo podéis imaginar. No entendíamos como podía haber sido, error nuestro después de todo el follón no hicimos el recuento final. La verdad es que en ese momento estábamos furiosos, decepcionados, caminando hacia el bus con los ánimos bastante hundidos y la verdad, ya no tanto por la cantidad de dinero que tampoco era tanto sino más bien por la ilusión que uno le pone en visitar un país nuevo que todo el mundo te sonríe y quiere saber de ti y viene el típico payaso de turno y lo echa todo a perder, Bueno la ruta había que seguir ya sabíamos que en algún momento u otro las cosas se torcerían.

Con todo esto nos montamos en el bus dirección Mandalay, la segunda ciudad más grande del país situada en el norte.

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