domingo, 30 de enero de 2011

Hsipaw

Llegamos a la estación de bus y no podíamos creer como íbamos a coger en ese bus totalmente lleno de paquetes y sacos de vete tu a saber que. De hecho más de la mitad del bus llevaba carga y los pocos asientos que quedaban eran para pasajeros.
Durante el trayecto vimos zonas rurales donde el medio de transporte más utilizado aún era el caballo  y había bueyes que tiraban de carros para el conreo.


Llegamos a Hsipaw sobre las tres de la tarde. Nos hospedamos en una guest house que nos había recomendado Thura. El lugar en si estaba algo deteriorado. No había ducha, si querías asearte habías de avisar a la dueña para que hirviera agua caliente y a cazos.
Sin embargo, la mujer era muy agradable y nos facilitó varios mapas hechos a mano para recorrer la zona. Además sabíamos que no estábamos enriqueciendo de manera directa las arcas del estado.
Sabemos que de manera indirecta el estado siempre acaba recaudando algo pero por suerte  la mayoría de viajeros que visitan el país intentan evitar al máximo usar los diferentes transportes estatales y también sus hoteles.
Comimos de nuevo en un indio y fuimos a tomar café a la cafetería del pueblo acompañados por una especie de porras deliciosas.
Conocimos a un chico de Madrid, Miguel, que estaba viajando también por aquí, hablamos un buen rato con él y fuimos a tomar unas cervezas todos juntos.

Durante la noche cayó una tormenta espectacular. El ruido de la lluvia era tal que nos levantamos a las cinco de la madrugada a observar como caían litros y litros de agua. Me entraron muchas ganar de ir al lavabo que por desgracia estaba en el patio de fuera que no era cubierto. Salí corriendo y me pegué un guarrazo de campeonato así que ya ves a Esther curándome heridas a las cinco de la mañana, vaya nochecita.

Nos levantamos temprano y quedamos todos para ir a ver las diferentes aldeas, plantaciones de té y demás que salían en el mapa.
Desayunamos semosas y porras junto con un sabroso té. Mapa en mano empezamos a caminar. En cosa de media hora el escenario era completamente diferente. Extensos campos de cultivo rodeados de pequeñas aldeas. El búfalo aún es el animal de carga y transporte.


Pasamos por un cementerio musulmán y acto seguido no sabíamos bien que camino coger así que nos guiamos por unos niños/monje que iban camino de un monasterio según estaba señalizado en nuestro plano.
Acto seguido encontramos la primera aldea dónde utilizaban la energía hidráulica para producir electricidad. No imaginábamos que aún hubiera lugares en que obtuvieran la electricidad de tal manera.


Durante todo el trayecto todo el mundo que se cruzaba en nuestro camino nos sonreía y saludaba como si hubiesen visto a muy pocos turistas a lo largo de su vida.


Caminamos y caminamos hasta las plantaciones de te y ahí comimos unas galletas, descansamos un poco sobre una piedra en lo alto dónde podíamos observar todo el valle y volver a emprender la vuelta.
Ya llegando a una aldea empezó a caer un chaparrón de mucho cuidado. Buscamos refugio y vimos como unas niñas bailaban una especie de danza tradicional. Un hombre nos dijo que subiéramos a una especie de terraza dónde nos resguardamos de la lluvia. Nos invitó a te y  una especie de puros que son muy típicos aquí.


 Muy agradecidos y acabada la lluvia nos fuimos en búsqueda de unas aguas termales que aparecían en el mapa pero no estábamos muy seguros de encontrarlas. Cruzamos un río y ahí estaban. Resultó fantástico acabar la jornada, después de varias horas de caminata, en aguas termales jugando con los locales y relajándonos un rato.


Al llegar de nuevo al pueblo nos pegamos una buena comilona, tomamos té y nos fuimos  a dormir pronto ya que al día siguiente queríamos ver el mercado a las 5h de la mañana.
 Resultó precioso ver todo un mercado iluminado con velas ya que la electricidad en muchos lugares del país está muy limitada.
Básicamente el mercado era de vegetales y pescado que la gente que vive en las zonas más rurales baja a la pueblo a venderlo.


Desayunamos té y porras recién hechas y luego fuimos a ver lo que ellos llaman el "floating bridge". Constaba de unas plataformas gigantes que se balanceaban cuando los camiones cruzaban el puente, que tenían que hacerlo de uno en uno por supuesto.

Junto con Nops y Anja decidimos coger el tren para regresar de nuevo a Mandalay con destino Monywa.
La experiencia del tren fue muy interesante. Ver como aún utilizan el mismo tren que hace cien años incluyendo la velocidad supersónica de 20 kilómetros por hora.


Los vagones se balanceaban de lado a lado y en las zonas más estrechas habíamos de pasar casi parados ya que sino chocábamos contra las paredes. El recorrido entre Hsipaw y Pyin U Lwin es famoso por el paso del desfiladero de Gokteik.



Fue espectacular sacar la cabeza por la ventana y ver como estábamos cruzando por un acantilado de unos cien metros. La verdad que sacar la cabeza por la ventana de un tren o autobús no es buena idea en este país pues os podéis comer un buen escupitajo con tabaco rojo de mascar incluido, os lo digo por experiencia!jeje.


Después de unas cuantas partidas al cuatro en raya y tras engullir varios bananas llegamos a  que era Pyin U Lwin solo una ciudad de paso pero a pesar de ello cenamos en un restaurante hindú buenísimo.


1 comentarios:

Miguel Ángel Cañamares dijo...

Cabrones!!! Cómo que soy de Madrid??? Soy de Guada!!!! Jajaja.

Disfrutad. Yo ya llevo dos días de vuelta al trabajo y estoy mejor que viajando... su puta madre!!!


Un abrazo grande.

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