Nada más llegar ya pudimos apreciar lo caro que iba a ser la vida en Australia, los taxis eran carísimos...así que sin dudarlo cogimos nuestras mochilas, salimos fuera del aeropuerto e intentamos parar a coches para que nos llevaran a la ciudad.
No hubo mucha suerte ya que eran las cuatro de la madrugada pero en una de esas nos encontramos un billete de 5 dólares! Pensamos que la suerte de nuevo que estaba de nuestro lado y volvimos al parking de la terminal en búsqueda de alguna alma caritativa que nos quisiera acercar al centro de Darwin.
Acabamos parando a un coche y una encantadora mujer aceptó encantada en llevarnos al centro a pesar de que ella iba en dirección opuesta, empezamos a darnos cuenta del carácter encantador de los australianos que ya nos habían comentado otros viajeros.
Llegamos al centro de la ciudad, muy pequeñita y la verdad con poco por visitar, y vimos que los alojamientos eran caros no, lo siguiente, así que decidimos esperar a que la ciudad se pusiera en movimiento y empezar nuestro rastreo de mercado para intentar comprar un coche que esa era la intención para recorrer el país.
Fuimos a los diferentes albergues de mochileros y todos los anuncios de coches eran los mismos.
Como todos sabemos en el mundo que vivimos que es el mismo que se vive en Australia el hecho de tener móvil se convierte en un elemento imprescindible y claro nosotros no teníamos y parar llamar a los anuncios de coches teníamos que ir preguntando a la gente que nos dejara hacer alguna llamada y todas las llamadas que hacíamos eran en vano y o bien ya se habían vendido los coches o los coches que veíamos eran caros y no tenían pinta de fiables la verdad.
El cansancio y la desesperación empezaron a hacer mella y rápidamente vimos que el encontrar coche se iba a convertir en una tarea mucho más difícil de lo que pensábamos.
Ya a la mañana siguiente sin fuerzas, seguimos con la búsqueda de coches e imposible, nos decían que Darwin era una ciudad con muy poco movimiento y que nos resultaría complicado encontrar algo por el precio que nosotros estábamos dispuestos a pagar.
Por suerte llegaron Loles y Fernando que habían estado viajando y viviendo en Australia unos meses y el estar con ellos nos dio muchos ánimos y fuerzas. Nos ayudaron un montón haciendo varios viajes al aeropuerto en búsqueda de billetes para salir de esa maldita ciudad en la que nos habíamos quedado atrapados sin saber que dirección tomar.
Compramos dos billetes, que nos costaron ocho ojos de la cara y más, para Brisbane. No lo dudamos pagamos el dineral con la intención de salir de ese callejón sin salida e intentar encontrar algo mejor en la otra costa del país! Llegamos a Brisbane y lo primero que hicimos fue llamar a Guille y a Alba para decirles que estábamos en su ciudad y lo asustados que estábamos con los elevados precios de este país!
Nos acogieron con los brazos abiertos, nos ayudaron absolutamente en todo y siempre les estaremos eternamente agradecidos por la manera en que nos trataron!!
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